LAS SESIONES DE TERAPIA

Mientras estemos atrapados en la mente, dejaremos de estar en contacto con lo que verdaderamente es real. En terapia, se facilita información y herramientas que sirven de guía a los que buscan un cambio y evolución de consciencia. Son sesiones en las que los miedos y ciertos patrones mentales son llevados de la mente inconsciente a la consciente, abriendo un espacio a la comprensión para vivir con más claridad. Ya hay muchas personas que se muestran muy agradecidas, si estas interesado, contacta conmigo en el cuestionario de la derecha, donde puedes ver también mis páginas.

Lo único que de verdad te llevarás

 


Con los años —y a veces con el dolor— uno empieza a comprender que lo verdaderamente importante no es lo que posees, sino lo que te atraviesa
Nieves Acosta Picado
Martes, 1 de julio de 2025, 10:56 h (CET)

Vivimos corriendo detrás de metas, atrapados en rutinas exigentes, midiendo el tiempo en productividad y los días en logros. Nos han enseñado a acumular: títulos, objetos, seguidores, validaciones. A buscar reconocimiento, éxito, estabilidad. A pensar que la vida vale por lo que conseguimos, no por lo que sentimos.


Pero con los años —y a veces con el dolor— uno empieza a comprender que lo verdaderamente importante no es lo que posees, sino lo que te atraviesa. Lo que te transforma. Lo que te permite ser tú, sin filtros ni disfraces.


Porque al final, lo único que de verdad te llevarás… no serán tus logros, ni tus cuentas, ni lo que opinaron de ti.

Te llevarás

las escapadas que rompieron la rutina,

los líos que te enseñaron a reírte de ti mismo,

los bailes que bailaste aunque no supieras,

las locuras que decidiste no evitar,

las pieles que rozaste con amor,

los labios que besaste con ganas,

las sonrisas que dejaste sin pedir nada,

los atardeceres que te detuviste a mirar,

y los sueños que perseguiste, incluso cuando dolía.


Te llevarás también los silencios que respetaste,

las veces que elegiste tu paz por encima de complacer,

las lágrimas que te permitiste soltar sin miedo,

y las veces que te abrazaste fuerte cuando nadie más lo hizo.


Todo lo demás… pasará.

Las críticas, los juicios, las etiquetas.

Eso que un día parecía tan importante,

se desvanecerá como el humo.


Lo único que quedará será la forma en que viviste:

si fuiste fiel a lo que sentías,

si tuviste el coraje de ser tú,

si elegiste con el corazón,

aunque el mundo esperara otra cosa de ti.


Porque ser uno mismo —de verdad— es el acto más valiente y más necesario.


En un mundo que empuja a encajar, destacarse siendo auténtico es un gesto de amor propio. Y en una sociedad que te pide aparentar, ser tú sin miedo es una forma de libertad.


Tal vez eso sea lo más importante: vivir sin dejar de ser. Y que, cuando llegue el final, puedas mirar atrás y decir: “Fui yo. Me elegí. Y viví como sentí”.


https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/5350257/unico-verdad-llevaras

El amor en tiempos de crisis

 


La empatía, la comunicación y el respeto mutuo son las piedras angulares para construir una relación duradera y significativa
Nieves Acosta Picado
Martes, 25 de marzo de 2025, 08:55 h (CET)

El amor no surge de la nada, ni es producto de la casualidad... es la maravillosa realidad creada por la unión de dos seres que quieren convivir con amor y generar amor. El ser humano busca el amor, necesita ser amado, querido y correspondido desde el minuto cero de su existencia; desde el primer momento que llegamos al mundo, sentimos la necesidad de salir de nosotros mismos. Desde el primer día, el bebé busca el calor y la seguridad de los brazos de su madre. Este primer vínculo es crucial para su desarrollo emocional y muestra cuán esencial es la conexión humana en nuestras vidas. Todo lo demás también existe y es importante, pero en segundo lugar...


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En este artículo, hablaré de la importancia del amor, las diferencias en cómo se manifiesta entre hombres y mujeres, y la crisis actual del amor.


Ninguna persona sobrevive sola, ni aprende sola, ni crece sola: eso es una profunda mentira. El ser humano necesita de esa conexión que desde el primer día establece con su madre. Por eso, hablar de amor es hablar del otro. Hablar del otro es hablar de mí. Los conceptos de tú y yo quedan relacionados: el uno con el otro. Por lo tanto, cuanto más te conozco, más me conozco. Vivir con otra persona es difícil, pero vivir solo es imposible. Esta realidad me lleva a una reflexión: ¿qué hace tan difícil convivir juntos y por qué queremos vivir en soledad?


Si nos paramos a pensar, todos necesitamos de todos y formamos una gran cadena de amor. Somos el hijo o la hija de alguien, el hermano o hermana de alguien, la pareja de alguien, el enemigo o enemiga de alguien... somos ladrillos de una gran casa imponente, somos parte de un todo.


Esa relación de unos con otros genera la necesidad de comunicar nuestros sentimientos al otro. Sin embargo, la forma de reaccionar del hombre y la mujer es diferente. Imagina a María, que después de un largo día, solo quiere contarle a Juan lo que ha pasado en el trabajo. Ella no busca una solución, solo quiere desahogarse. En cambio, cuando Juan tiene un problema, se encierra en sí mismo hasta encontrar una respuesta por su cuenta. Esta diferencia puede generar malentendidos, pero reconocerla y respetarla puede fortalecer la relación.


Cuando ella habla y cuenta las cosas, no busca que le des una solución ni siquiera espera una contestación, solo quiere ser escuchada. Sin embargo, cuando él tiene problemas, se refugia en su cueva, medita... y cuando siente necesidad, sale. Por eso es poco útil preguntarle: “Cariño, ¿qué te pasa?”. Al no tener respuesta desencadenará en ella una serie de dudas sobre cuestiones, seguramente inexistentes, que le harán pensar: "Ya no me quiere como antes".


Existe una realidad: nuestros cerebros funcionan de manera diferente. Por eso, hay que buscar la mejor fórmula para complementar estos dos mundos. Ésa es la clave del éxito en el amor. Si conociéramos estas diferencias, seguro que podríamos evitar muchos conflictos que se inician por un malentendido y que en la mayoría de los casos acaban en desastre.


El mucho hablar de ella y el silencio de él pueden ser mal interpretados y llevarnos al fin de la comunicación. Sin crear una relación dependiente, sino respetando nuestros espacios y nuestros momentos, se puede conseguir un amor maduro, puro y duradero... ese amor que no es posesión sino admiración, que lleva a la comunión de formar de “dos” un “uno”, a construir la verdad sin mentiras a la que llamamos “amar”.


Pero el amor está en tiempos de crisis y dos aspectos influyen: la propaganda imparable sobre el modo de ver las cosas de forma relativa a los intereses del “yo”, y la búsqueda de un proteccionismo o zona de confort sin asumir ningún riesgo. En una sociedad donde el 'yo' prevalece, es fácil caer en la trampa de buscar solo el bienestar personal. Habrá confrontaciones con la pareja pero hay que mantener la paz, para no debilitar la relación. Eso genera cada día más enamorados sin músculos, desentrenados, gente blanda que no saben aprender del error, y mucho menos amar. Porque vivir con otro nos hace parte de un equipo, donde si los dos ponemos de nuestra parte, el otro me ayuda a crecer. Aprender a enfrentar desafíos juntos ayudó a Laura y su pareja a construir una conexión más fuerte.


Estoy convencida de que el otro es necesario e imprescindible para vivir una vida plena, y en el mismo instante en que buscamos nuestro bien y no el del otro, es el momento en que hemos dejado de amar.


Un camino desde el enamoramiento hasta el amor, un camino que nos hace conocer a quien amamos y que, cuanto más conozco a la otra persona, más compruebo que es diferente a mí, que no es mi sombra, ni mi reflejo, ni mi clon, sino que te elijo a ti, no porque somos iguales, sino porque te quiero, y porque te quiero, lucharé para entenderte y aceptarte. Quizás podamos recordar siempre que el amor es una obra de equipo, y que la empatía, la comunicación y el respeto mutuo son las piedras angulares para construir una relación duradera y significativa.


https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/5229041/amor-tiempos-crisis


Cuando los gigantes se encogen

Pasamos la vida creyendo que nuestros padres eran eternos. Pero un día —no sabemos bien cuál— algo cambia. ​Nadie nos preparó para esto
Nieves Acosta Picado
Jueves, 10 de abril de 2025, 09:20 h (CET)

Nadie nos preparó para esto.


Pasamos la vida creyendo que nuestros padres eran eternos. Fueron gigantes. Incansables. Sabían todas las respuestas, solucionaban todo. Nos dieron cariño, consejos y nos pusieron límites y, muchas veces, hasta la ilusión de que el mundo estaba bajo control mientras ellos estuvieran cerca.


Pero un día —no sabemos bien cuál— algo cambia.


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El padre que antes tomaba decisiones con seguridad ahora parece confundido. Repite ideas, se queda en blanco, se irrita con cosas mínimas. La madre que siempre pudo con todo olvida fechas, se pierde en los nombres, se cansa antes de tiempo. Y nos llega por sorpresa. No hay una señal clara, no hay un momento exacto. Solo un lento desdibujarse, como si la vida les hubiera bajado el volumen.


Y entonces entendemos: están envejeciendo.


No lo decimos en voz alta porque nos duele. Porque aceptarlo es mirarnos en el espejo de lo que vendrá. Porque implica invertir los roles: ahora somos nosotros quienes debemos sostener, cuidar, contener.


Y nos cuesta.


Nos cuesta verlos frágiles, lentos, más callados. Nos cuesta su torpeza con lo digital, su terquedad, su insistencia en contar la misma historia. Nos fastidia, sí… pero más que nada, nos asusta. Porque lo que sentimos, en el fondo, no es molestia: es miedo. Miedo a perderlos. Miedo a quedar huérfanos de esa parte de la vida que siempre nos sostuvo.


Nadie nos enseñó cómo acompañarlos en esta etapa. Cómo aceptar que ya no son invencibles. Que ahora son ellos los que necesitan paciencia, abrazos sin prisa, y una silla cómoda para descansar. Que los héroes también envejecen, y que eso no los hace menos héroes.


Tal vez sea hora de devolverles todo lo que nos dieron cuando el mundo nos quedaba grande. De sentarnos a escuchar —aunque repitan—, de celebrar sus pequeñas alegrías, de ser nosotros el sostén cuando tiemblan.


Y mientras los vemos apagarse de a poco, también entendemos que no solo nos preparamos para su partida, sino para la nuestra.


Porque si ellos se van, nosotros quedamos a mitad del puente, con el corazón lleno de recuerdos… y con la certeza de que el tiempo, implacable, también nos está alcanzando. Cada vez más cerca del momento en que nosotros también nos volveremos lentos, torpes, insistentes… vulnerables.

Y tal vez nuestros hijos —o el mundo— tampoco estén listos para vernos así.


Por eso, mientras ellos aún están, aunque ya no sean los mismos, aprendamos a despedirnos con amor, sin prisa, sin negación. Y mientras tanto, empecemos también a despedirnos de la versión invencible que creímos ser. Porque al final, el verdadero acto de amor no es solo cuidarlos a ellos… sino también prepararnos para que, cuando llegue nuestro turno, alguien nos cuide con la misma ternura.

 


https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/5250643/cuando-gigantes-encogen

Aprender a ser feliz y manejar el pensamiento

Trabajo en la Fundación para el Desarrollo de la Consciencia cuya misión es contribuir al desarrollo interior en las personas con el objetiv...